Más control sobre el arbolado y reforestación

El jueves 5 de diciembre, en horas de la mañana, miembros de la Asociación Civil Amigos del Bosque se reunieron, en Santa Ana, con el Director de Higiene y Limpieza de la IDC, Ing. Luis Garat y parte de su equipo de trabajo.

La reunión se realizó en el salón comunal y tuvo el objetivo de conocer a los nuevos integrantes del área de la Intendencia: el capataz Diego Montaña, quien a partir de noviembre tiene a cargo la cuadrilla municipal de Santa Ana y El Ensueño, y la Técnica agropecuaria Fernanda García, que trabajará sobre la recepción de los pedidos de tala y poda, verificando que cumplan con los requisitos que pide la legislación como paso previo a su otorgamiento.

En el encuentro se definieron modalidades de control sobre el terreno como, por ejemplo, los horarios en los que se requerirá que se realicen las intervenciones aprobadas, para que puedan ser chequeadas por personal de la Intendencia dentro de sus horarios de trabajo. Las intervenciones deberán realizarse entre las 8 y las 13hs, y serán verificadas por el capataz Montaña. Toda intervención sobre el arbolado realizada fuera de ese horario deberá ser notificada a la autoridad policial, mediante llamado al 911.

También se acordó comenzar con un programa de identificación de ejemplares de árboles del ornato público con serios problemas de salud, para su posterior remoción; y el armado de un plan de reforestación de espacios públicos, en aquellos lugares donde se verifique la falta de ejemplares.

Amigos del Bosque volvió a preguntar por los proyectos de Análisis de Riesgo del arbolado público y Guardaparque, oportunamente presentados a la Intendencia, sobre lo cual el Ing. Garat expresó que los recursos necesarios para su implementación deberán estimarse como posibles recién con el inicio de un próximo presupuesto al comenzar el nuevo ejercicio en 2020.

Por último se acordó que la Intendencia se ocupará de la instalación de cartelería informativa sobre la prohibición de tala y poda sin previa autorización, en los ingresos de los balnearios.

Este encuentro, es parte de la tarea que Amigos del Bosque realiza para construir, junto con las autoridades responsables, protocolos de acción que lentamente van normalizando la situación y frenando la depredación pre existente en la zona.


Se realizó la Asamblea Anual Ordinaria

Durante la misma se aprobó lo actuado durante 2019 y se fijaron objetivos para 2020. También se proclamó la Comisión electoral que realizará el llamado a elecciones.

El jueves 5 de diciembre a partir de las 19 hs, se realizó en la hostería Don Guillermo, en Santa Ana, la Asamblea Anual Ordinaria de la Asociación Civil Amigos del Bosque.

El acto comenzó con la aprobación de la Memoria y Balance 2019 y de los objetivos propuestos para el 2020, entre los que se puede mencionar: Seguimiento de proyectos presentados ante la IDC durante 2019. Tanto del protocolo de permisos como del proyecto de análisis de riesgo del arbolado público. También del pedido por un Funcionario Técnico Responsable en la zona; Continuidad en la identificación de situaciones irregulares. Realizar las denuncias que se entiendan necesarias y hacer seguimiento de las situaciones.Trabajar en conjunto con los funcionarios del área en determinar criterios de acción; y sostener el Ciclo de charlas abiertas a la comunidad.

A continuación se aprobó la impresión de folletería y merchandising que se realizarán para complementar lo acordado con El Fondo Región Colonia y se definieron algunos primeros trazos para la realización de un festival durante el verano 2020. Además se conversó sobre el avance en la construcción de cartelería y su disposición sobre el terreno, acciones que deberán culminarse antes del fin de 2019.

El encuentro sirvió también para definir la Comisión electoral que realizará el llamado para la renovación de autoridades. La misma está integrada por la Dra. Lucía Guigou, el Dr. Ricardo Aranda y el Prof. Ismael Berois.

Se recibió y aprobó la propuesta de presentar un petitorio a las autoridades para que algunas calles, trazadas pero en desuso, reciban un trato de peatonales, donde se plante flora nativa, fundamentalmente frutales.

Por último se decidió impulsar la incorporación de nuevos socios y establecer el cobro de una cuota anual voluntaria de 500 pesos uruguayos o 900 pesos argentinos y establecer mecanismos que faciliten su cobranza (habrá una cuenta para realizar transferencias bancarias en Uruguay y otra en Argentina). También se estableció un domicilio en Santa Ana para aquellos que prefieran hacerlo personalmente. Cabe aclarar que el aporte es voluntario y, si bien se considera necesario para solventar los gastos que Amigos del Bosque tiene en la realización de sus actividades, su no pago no supondrá exclusión alguna de la Organización.

 


“El miedo a los árboles, en la mayoría de los casos, no tiene un fundamento real”

Los vecinos piden un plan urgente para el manejo del bosque de Santa Ana y El Ensueño. El arborista Miguel González explica en qué consiste el proyecto presentado a la Intendencia. Los principales problemas y las posibles soluciones. Y todo lo que está en riesgo por la falta de controles: la regulación hídrica, el control térmico y los espacios sociales.

En las Cataratas del Iguazú hay un cartel que explica la magia y la tragedia en pocas palabras: “Cuando cae un árbol, la selva tarda hasta 60 años en ocupar ese espacio. ¿Se imagina cuánto tiempo transcurre cuando el hombre realiza un desmonte y luego abandona el lugar?”. En los balnearios de Santa Ana y El Ensueño no existen esos carteles, pero sí existen algunas problemáticas que se le parecen: la tala y la poda discrecional, sin ningún tipo de información ni de sustento teórico.

Miguel González sabe que ese es el principal problema y hace lo posible para solucionarlo. Miguel trabaja de arborista, aunque se define de una manera más simple: “Trabajo con árboles. Las arboricultura se ha tecnificado demasiado. Yo apunto a una cosa más básica: a tratar de pensar y reconocer cómo funciona la naturaleza”, dice. Para reconocer cómo funciona la naturaleza, Miguel trepa los árboles. Llega con su camioneta, baja dos mochilas llenas de arneses, sogas y elementos de seguridad, y convierta a un árbol en un gran elevador con aparejos: sube, los camina, los recorre y los visualiza. Así, de esa manera, conoce su salud biológica, el estado de sus ramificaciones y el tratamiento o la técnica que se le debe aplicar.

—Para las personas que no conocen mucho sobre estos trabajos: ¿qué sería trabajar en arboricultura?

—Es algo así como aumentar la exposición de las personas a los ambientes naturales. Que no se pierda ese vínculo indispensable con las áreas verdes. De todos los manejos referidos al arbolado urbano, nuestro fuerte son las técnicas de trepa, que nos permiten, a través del uso de cuerdas y de una variedad de implementos de seguridad, una mayor accesibilidad a todas las partes del árbol. El ascenso, descenso, desplazamiento por la copa. Luego de haber hecho una correcta evaluación del árbol, de haberlo evaluado visualmente, nos permite eliminar sólo las partes necesarias del árbol, en el caso de que haya alguna problemática de interrelación con el medio: edilicia, con líneas de servicio, peatonales o con alguna otra especie. De esta manera, conservamos el porte natural de esa especie. Eso hace que no perdamos todos los servicios ecosistémicos que el árbol nos brinda. La importancia reside en la proyección de la copa. Es ahí donde tenemos todos los servicios que el árbol nos brinda: la regulación hídrica, el control térmico, que nos genere un espacio social, de permanencia o de descanso. Todas estas técnicas de cuerda que usamos nos permiten eso: conservar el porte natural de los árboles.

—¿Cómo se trasladan esos conceptos a una zona como la de Santa Ana y El Ensueño?

—Si bien todo el bosque de Santa Ana y El Ensueño no tiene un límite diferenciado, sí hay espacios con distintas problemáticas. La zona con más carencias es la parte del arbolado urbano que corresponde a árboles de línea y veredas cuyo manejo pertenece a la Intendencia. Si bien se encuentra en la zona más poblada y por eso debería tener un mayor monitorio, es la parte con más problemas: muchos árboles en etapa de decaimiento, con un nivel de descomposición alto en sus troncos, por lo tanto dispuestos a vuelcos o caídas, hay muchas fosas vacías: espacios donde antiguamente había un árbol y ahora no hay nada. Eso también marca un manejo pobre a la hora de reforestar.

Por otro lado, hay una parte muy rica en vegetación que pertenece al arbolado privado, por decirlo de alguna manera, porque ha crecido libremente en terrenos en que no se ha edificado. Pero como de a poco eso fue cambiando, también debe ser manejado. Si bien hay personas que empezaron a convivir con el bosque, hay otras que hicieron extracciones de árboles de grandes portes o de portes medianos sin tener una visión mucho más amplia que eso. Entonces hay una nueva exposición a los fenómenos climáticos de los árboles que habían crecido en forma de monte. Esto produce vuelcos, nuevas brotaciones, fracturas de ramas. No promueve una convivencia segura ese tipo de manejos. Se va cortando la sucesión natural en muchos de los terrenos que vimos: ya que las personas eliminan la flora baja, que en estos momentos es la más importante porque aparece una diversidad gigante, porque hay muchas especies nativas que tienen su fauna asociada y la va acercando de a poco. Cometemos la equivocación de eliminarla y dejar solo árboles de porte más alto pensando que no estamos afectando el bosque. En edad estamos limitando: nos estamos quedando con árboles de 30 o 40 años, que dentro de 20 o 30 tienen su límite biológico, y eliminamos su sucesión.

—¿Qué es el desmochado de árboles?

—Es esa práctica que no califica como una técnica de poda ya que no es una eliminación selectiva de las partes del árbol sin que alteremos sus características físicas y funcionales. El desmochado es todo lo contrario: es una eliminación total de la copa, que deja al árbol con pocos recursos, solo con sus reservas.

—¿Y qué pasa cuando sucede eso, cuando se elimina casi por completo la copa de un árbol? 

—El árbol, como una medida de emergencia, activa sus yemas latentes para producir hojas, abrir brotes y comenzar nuevamente su ciclo natural mediante un proceso de fotosíntesis. Toda esa brotación, que muchas veces puede ser desordenada, está solo conectada periféricamente con la corteza, por eso cuando se transforma en una rama principal es fácil que pueda desgarrarse, quebrarse o desprenderse. Y otro problema es que donde se cortó, desde ahí hacia abajo, internamente la madera se va descomponiendo. Entonces, ese brote que luego se convertirá en una rama de gran porte queda fundado sobre una base poco firme. Sobre madera que de a poco se muere.

—¿Por qué pensás que es una práctica tan difundida en el Uruguay, dado que deforma y mata a los árboles?

—Es una práctica que no aporta en nada al manejo del arbolado. Si bien hay casos donde se debe usar, tiene que ser una de las alternativas, no la alternativa principal o más usada. La importancia de un árbol, como decíamos antes, está en la proyección de la copa, no en un tronco parado. Gran parte de las veces, el árbol pierde toda su estructura principal por esta práctica. Estéticamente generamos árboles muy feos. Trastoca bastante paisajísticamente. Dejamos árboles sin estructura, y por lo tanto acortamos bastante su vida.

—Hay personas que les temen a los árboles. ¿Cómo se podrían erradicar estos temores para evitar que se continúe dañando el arbolado?

—Generalmente las personas hacen muchas asociaciones que les generan temor en torno al arbolado. Ya sea por un tema de tamaño, de altura, o de inclinación de las copas. Todas esas asociaciones en la mayoría de las veces no tienen un fundamento real. Existen muchas maneras de evaluar un árbol, y varios indicadores en el árbol que nos muestran si es un ejemplar que presenta riesgos de fracturas o de caídas. Cuando no hay una base técnica, las personas interceden y eliminan árboles que no tienen indicadores de riesgo. Las asociaciones que generan temor se van con los fundamentos técnicos y con las normas técnicas que promuevan un manejo armónico del arbolado. También con una limitación en el acceso de las personas al manejo del arbolado público. Hay gran parte del arbolado que se puede controlar de una manera más armoniosa. Eso por una parte. La normativa técnica, lo que regula. Así como yo no puedo ir a cambiar una columna de luminaria de la vía pública, o no puedo ir y mover los bancos de una plaza, tampoco las personas pueden intervenir el arbolado abierto a cualquier criterio.

—Desde la Asociación Civil Amigos del Bosque presentaron un plan de Análisis de Riesgo a la Intendencia de Colonia. ¿En qué consiste y qué respuesta obtuvieron?

—Lo que se le presentó a la Intendencia de Colonia fue un censo del arbolado de la localidad para que, a través de una evaluación visual, se trate de conocer el estado real de todo el arbolado público de la zona. ¿Para qué? Para poder generar, a futuro, un plan de manejo que contemple toda la zona y todas las situaciones. Desde las reposiciones hasta las extracciones que haya que hacer, o los diversos manejos con el arbolado. Se presentó un manejo integral. Pero hasta ahora no hicimos ningún trabajo y ya pasó un tiempo prudente desde nuestra presentación.

—Según tu diagnóstico, ¿cuál es el principal problema de Santa Ana y El Ensueño en lo referido al arbolado? 

—Hay que entender algo: algunos árboles ya pasaron su etapa funcional. Si hay una caída dentro del monte, eso abre otros procesos y está bueno: se activan semillas, por ejemplo. Ahora cuando la gente los corta y no hay reposición, eso es brutal. Ese es el problema principal de Santa Ana. La extracción es extracción por el simple hecho de quitar, no es por manejo. Cuando se hace por manejo se calcula la reposición. Eso da una continuidad. Cuando no, viene la macana. Se hace por desconocimiento de las facultades del árbol. Santa Ana es un bosque urbano. Por eso es que toda la zona tiene que estar sometido a un manejo. El manejo es parte de la conservación. Eso es lo más importante. Le ha costado entender a muchas personas. La conservación no es no tocar. En muchos de los intentos por conservar, se ha perdido la parte más valiosa de la zona: quizás no se tocaron eucaliptos pero se sacó toda la flora baja.

—¿Por qué crees que hay que cuidar y preservar el bosque que tiene Santa Ana y El Ensueño?

—Hay que cuidar el bosque de Santa Ana como cualquier otra área verde que tengamos. Aunque es cierto que cuando hay un espacio tan marcado, tan notorio como el de Santa Ana, cobra más importancia. A mí particularmente me fascina el lugar. Y creo que la falta de intervención en terrenos particulares fue uno de los grandes motores del bosque. Fue ahí, en esas zonas, donde se produjo un crecimiento libre de la flora. Hay una especie de temor o de fobia contra el eucaliptus, pero ha sido la gran placenta de protección para todo el otro bosque medio que ha crecido, en gran parte flora autóctona. Uno de los objetivos sería generar un vivero a cielo abierto. Hay una gran capacidad en esa zona. Extraer plantines, semillas y reproducir plantas en ese bosque y luego usarlas en la reposición del ornato público o en lo que sea. Ahí hay un potencial enorme.

—¿Es posible, en este contexto de crisis climática, incendios en el Amazonas y deforestación de pulmones verdes, que los bosques de Colonia crezcan y se revitalicen desde la diversidad de su flora y fauna?

—Es posible si cada parte articula su función. Hay mecanismos sencillos. Si la Intendencia regulara quién tiene el manejo. Una de las formas de que el balneario progrese es la norma técnica. Los esfuerzos tienen que ser mejor apuntados. Hay muchos árboles que no necesitan manejo, necesitan un monitoreo. Y otros es muy claro lo que hay que hacer. Pero para eso, hay que capacitar a las personas que se hacen cargo del ornato público.

Por Agustín Colombo
Periodista del diario Perfil y de la Revista Cítrica, en Buenos Aires.


“La flora rioplatense es muy rica en diversidad y en su valor asociado al uso medicinal”

La bióloga argentina Mariana Costaguta, explica los alcances de las plantas medicinales no sólo desde un costado técnico, sino desde la trama social y cultural. Las especies que existen en los balnearios de Santa Ana y El Ensueño, en el departamento de Colonia, sus posibles usos, el desafío de identificarlas y preservarlas, y una misión a futuro: realizar un inventario.

Hace un año, la bióloga Mariana Costaguta dio un taller para vecinas y vecinos interesados en las plantas medicinales. Organizado por la Asociación Civil Amigos del Bosque, agrupación que trabaja para la conservación del bosque de la zona, el encuentro sucedió en la Taberna das Artes, en El Ensueño, e incluyó la realización de un recorrido por las calles del balneario. El objetivo de la caminata era convertir lo que se había transmitido de manera oral en algo concreto, tangible. Darle práctica a la teoría. Nadie tuvo que caminar mucho: en menos de 200 metros, Mariana y las personas que la acompañaban encontraron más de 20 especies de plantas de uso medicinal. Fue la manera más didáctica de advertir algo: la naturaleza –en este caso, el bosque de Santa Ana y El Ensueño– ofrece mucho más de lo que recibe.

“Quería poner en valor los saberes locales”, explica Costaguta, investigadora y vice coordinadora de la red TRAMIL. “Pero además –agrega– había un objetivo encubierto que no era biológico: el reconectar con la memoria”. La caminata generó, casi al instante, que aparecieran historias olvidadas en cada una de las personas que estaba ahí: el recuerdo de cómo curaba heridas una abuela, o cómo un padre preparaba un té para determinados síntomas. La memoria vaciada le dejó espacio a la memoria resurrecta.

 —¿Con qué saberes por parte de la comunidad te encontraste en ese taller?

—Pasó algo muy valioso y muy lindo. Porque la gente que aportó más conocimiento era quizás la más temerosa a hablar, la que socialmente está más relegada. Al comienzo esas personas no hablaban. Pero cuando el facilitador de determinados conocimientos sobre las plantas, que en ese caso era yo, distribuía la palabra y afirmaba lo que ellos decían, ahí sentían el valor del protagonismo. Después todo fluyó: ellos iban adelante y les contaban a los demás “esto sirve para tal cosa”. La llave, en definitiva, está en la propia sociedad.

 —¿Qué tipo de flora de uso medicinal puede encontrarse en esta región de Uruguay?

—La flora rioplatense es muy rica para ese uso. Tiene una flora endémica y una flora local propia del ecosistema que es muy abundante. Hay flora ribereña, otra más de bosque y otras de pastizal, y cohabitan con otras especies que han sido cultivadas o que están naturalizadas en el entorno.

—¿Cuáles serían esas especies?

—La carqueja, la sombra de toro, el llantén, mentas, bardanas, dientes de león, higueras, moras por citar algunas. Identificando esa flora y aprendiendo cómo reproducirla y cómo cuidarla, tranquilamente uno podría trabajar en el intercambio de saberes, en el uso seguro de esa flora y en la elaboración de un botiquín familiar para primeros auxilios. El llantén, como casi todas las otras plantas, presenta usos según la parte de la planta. Por ejemplo, si se cuecen las hojas pueden aplicarse para buches y reducir aftas y boqueras. En uso tópico, facilitan la cicatrizacion de la piel ante un corte o una herida. Pueden hacerse pomadas o ungüentos también. Si usamos sus semillas aportan mucílagos: luego de hidratar y filtrar pueden beberse y mejorar el ritmo intestinal. Otro ejemplo es la carqueja, que crece en los bordes de las calles en Santa Ana y es una plantita amarga reconocida por sus propiedades hepatoprotectoras en infusiones.

 —Luego de la identificación de la flora, ¿qué sería lo más fácil y qué lo más difícil a la hora de elaborar ese botiquín que mencionás?

—No es solamente identificar la flora, para eso podés traer a un especialista. Lo más interesante tiene que ver con la cultura que reproduce ese saber. Hoy en día lo que está roto es la transmisión de esos saberes. Por eso creo que la biología o los conocimientos sobre plantas o plantas medicinales no corresponden con el área de un especialista, sino con un trabajo más político que tiene que ver con la decisión de rearmar esa trama social y ambiental.

 —¿Por eso decidiste trabajar en la recuperación del conocimiento del uso medicinal de plantas silvestres?

—Tiene que ver con una circunstancia que viví mientras estudiaba biología. Era joven y participaba como voluntaria en una ONG ecologista que tenía un programa sobre salud y plantas medicinales. En el marco de ese programa, acompañé al grupo a una comunidad campesina en el norte de la provincia de Santa Fe, en Argentina. Si bien yo iba a hacer ejemplares herbarios sobre lo que ellos usaban en el monte, me fui dando cuenta de que la gente al hablarme de las plantas hablaba de su salud, de su manera de cuidarse, de cómo prevenían enfermedades. Ahí me surgió el interés por los usos medicinales que la gente le daba a las plantas.

 ¿Qué aporta a las personas el conocimiento de la flora que las rodea en el lugar que habitan?

—Creo que eso depende del marco cultural en el cual ese conocimiento se asienta. Hay conocimientos por tradición, que se pasan de generación en generación dentro de una cultura. Pero también hay conocimientos más circunstanciales, de época, que tienen que ver con algunas cuestiones que se fueron modificando en los últimos años, como el cuidado en las dietas, la onda verde, las prácticas de medicina alternativas. Me interesa mucho el conocimiento de la flora, no sólo en términos medicinales, sino de un modo más integral: a veces las plantas no se usan sólo porque sirven como alimento o como medicina, sino porque son parte de espacios comunitarios, a veces sagrados, que ayudan a conservar la flora y reproducir una matriz social. Me interesa mucho porque las comunidades que de manera tradicional usan las plantas no las tienen enlazadas de una manera biologicista, sino dentro de sus concepciones de mundo, de tiempo o de historia. Encierran esa fuerza.

 ¿Cómo se puede expandir o divulgar este conocimiento para que sea aprovechado por la comunidad?

—La difusión de estos conocimientos tiene que ser muy cuidadosa porque si vamos a enfocarnos en el uso medicinal, la identificación correcta de la planta usada no alcanza. Hay que saber qué parte se usa, cómo y en qué momento se cosecha, cómo se seca, cómo se prepara, qué cantidad de planta hay que poner para determinado preparado, si ese preparado se puede usar durante muchos días. La mejor manera de divulgarlo es en la práctica, en el compartir el cultivo, en el generar jardines de flora medicinal local, trabajar en forma de taller, compartir recetas o generar recetarios populares. No alcanza con que una persona diga “esta planta se usa así”. En la medida en que en los talleres unos afirman algo y otros lo fortalecen, no solamente se da un intercambio, sino que se reafirma la seguridad en el uso de la flora.

 ¿Cómo deberían ser, a tu entender, las políticas públicas en esta área?

—Hay una diversidad de experiencias muy importantes tanto en América del Sur como en otros continentes. Lo más importante en una política pública es que esté adecuada al contexto social que la sustenta. En Brasil, por ejemplo, se generan cultivos que luego el Estado compra a pequeños productores. A nivel público se fabrican medicamentos en base a hierbas que luego son dados a las personas en el marco de la atención primaria de la salud. Está el modelo cubano, en donde generan de manera pública medicamentos que tienen dentro del sistema de salud. Hay otras modalidades. Se puede trabajar de forma comunitaria sin necesidad de generar medicamentos en el formato más farmacéutico. O se puede trabajar con jardines locales y generar pequeñas cartillas o manuales que transmitan el uso temporario de infusiones, jarabes sencillos, ungüentos, siempre en diálogo con los equipos de salud locales.

 —¿Cómo afecta, específicamente a la flora medicinal de Santa Ana y El Ensueño, la tala y poda indiscriminada?

—La tala, como cualquier otra intervención, va generando una distribución de nichos. Y las especies que habitan o llegan van reproduciéndose en función de esas variables. Las intervenciones, ya sean a favor o en contra, sin dudas que afectan. Pero cómo nunca se hizo un inventario de la zona, es difícil saber cuánto o cómo afecta.

 —¿Confeccionar un inventario tendría que ser un objetivo de mediano plazo?

—Sin dudas. Generar un inventario florístico, no solo arbóreo. Porque no se trata solo de los árboles: se trata de la vida, en el sentido más amplio de la palabra. Entonces, habría que generar un estudio no sólo de plantas o árboles; también de aves, hongos, insectos, arañas.

¿Por qué elegiste Santa Ana como lugar para vivir?

—Santa Ana me pareció un refugio. Un lugar social, ambiental, de tranquilidad, que me atrae. Que me encantaría poder cuidar y donde también poder brindar los conocimientos que he recogido a lo largo de mi vida.

Por Agustín Colombo
Periodista del diario Perfil y de la Revista Cítrica, en Buenos Aires.


Cuando la Ley está pero no se cumple

Mientras todos nos indignamos por el desastre del Amazonas, en nuestro departamento un bosque protegido por ley corre el riesgo de desaparecer.

En esta nota conversamos con Mauro López y Diego García, vecinos de la Asociación Amigos del Bosque de Santa Ana y el Ensueño que nos cuentan las acciones que están llevando adelante para impedir que este pulmón verde, tan importante para nuestra zona, deje de existir.

¿Cómo nace la Asociación Amigos del Bosque de Santa Ana y el Ensueño?

La Asociación nace a mediados del 2017 con la intención de agrupar las voluntades y preocupaciones de muchos vecinos por la depredación y el deterioro que estaba sufriendo el bosque. El objetivo inicial fue organizarnos y conseguir que se detenga la tala indiscriminada. Para eso investigamos sobre la legislación vigente en la zona y tratamos de comunicarla a los vecinos, apuntando a producir un cambio cultural que propicie mejores condiciones de vida para las personas y para el ambiente.

En este recorrido se evidenció el mal manejo de los permisos de tala por parte de la Intendencia, sin fiscalización ni estudio profesional previo, ni verificación posterior. Por eso nos encontrábamos con que se otorgaban permisos para la tala de uno o dos árboles y que después se cortaban 10 que, además, al hacerse de manera incorrecta, en su caída destrozaban todo el resto de la flora y la biodiversidad que existía sobre el terreno. Muchas personas han hecho una limpieza de la flora baja que tiene una riqueza tremenda de flora nativa. Particularmente en El Ensueño, donde en nombre de la inseguridad, se destruyen butiás, molles, canelones, coronillas, pitangas, sombra de toro, etc. Ahí tenemos tremenda pérdida. Al recorrer se ve la ropa colgada de un vecino de dos manzanas adelante en nombre de las mal llamadas “limpiezas”.

Del mismo modo nos parecían increíbles los criterios de la IDC para otorgar permisos a los vecinos para actuar sobre el arbolado público. Así es como uno puede recorrer hoy Santa Ana y el Ensueño y encontrarse con manzanas donde ha desaparecido el arbolado público casi por completo. Hemos accedido a expedientes donde se destinaron casi 6.000 dólares de dineros públicos para cortar árboles también públicos, que contaban con informe fitosanitario que los declaraba en buen estado de salud y conservación. Mala praxis total, una locura por donde se lo mire…

¿Qué acciones han llevado adelante y qué resultados han obtenido?

Nos reunimos con el Ing. Luis Garat de la Dirección de Higiene y Ambiente, con el Intendente Moreira, realizamos una presentación la Junta de Ediles, nos reunimos con las Comisiones de Fomento de Santa Ana y El Ensueño. En general estamos tratando de difundir la existencia de la ley vigente que protege al bosque y que no se está cumpliendo. Se trata de la Ordenanza de manejo de bosques costeros de 1994, que se redactó para el Depto. de Colonia, reglamentada en el art. 23 de la ley forestal del 28 de diciembre de 1987. Creemos que al conocer la ley, la mayoría de las personas entiende que hay que respetarla. Para eso hubo que empezar desde bien atrás, por los mismos funcionarios que la desconocían.

En base a esto realizamos charlas abiertas para la comunidad. Invitamos a Mariana Costaguta, Licenciada en Biología que compartió conocimiento sobre la cantidad de especies medicinales que crece en el suelo de este bosque. También invitamos a Miguel González, especialista en arboricultura, que nos explicó cómo se debe hacer una poda preventiva sobre el arbolado. Que no tiene nada que ver con las conocidas como “desmoches”, que lamentablemente es una práctica muy difundida en el Departamento, que deforma a los árboles y termina matando a la gran mayoría. Organizamos una charla con Alejando Sequeira, especialista en funga silvestre que nos explicó que en la zona hay muchas especies de hongos comestibles y cómo reconocerlos. Recientemente organizamos también, una compra colectiva de árboles nativos, que se tradujo en el plantado de casi 200 ejemplares en el bosque.

En otro eje, pero siempre con un punto de vista estrictamente profesional, Amigos del Bosque presentó a la Intendencia un proyecto de análisis técnico de riesgo del arbolado público, es decir conocer la salud de los árboles. Mucha gente extrae árboles por temores infundados. Para realizar este análisis, los técnicos en arboricultura, trabajan sobre el árbol, lo trepan con escáners y todo el equipamiento necesario para analizarlo en su totalidad y conocer en qué estado de salud está. De ese modo solo se interviene sobre la rama que presenta problemas o se extrae un árbol completo cuando se sabe que tiene problemas de salud. Es decir, nos asegura a todos los vecinos que transitamos debajo de árboles sanos, que no pueden ni deben ser intervenidos sin control. Lamentablemente, a pesar de que el Ing. Garat recibió la propuesta con aparente entusiasmo, siguen pasando los meses y nada se ha avanzado.

Entendemos que un bosque urbanizado como éste permanentemente demanda intervenciones, ya sea por gente que lo va a poblar como por árboles que están en mal estado. Hoy la situación es que se han parado todos los permisos de poda o tala, situación que, si bien contribuye a frenar el arboricidio, genera tensiones porque hay situaciones que se deben atender con urgencia, pero no se atienden. También se suspendió la tala prevista para el proyecto de reconstrucción de la faja costera, que desarrolla DINAMA, tema que de ninguna manera pedimos y que también genera frustraciones y tensiones en la comunidad.

¿Sobre que ejes están trabajando en la actualidad?

Además de instir en que se realice el Proyecto de Análisis de Riesgo presentado, le entregamos a los funcionarios de la Intendencia una propuesta realizada por los abogados del grupo, donde, en base a una minuciosa lectura de la legislación, se les propone un protocolo de acción a desarrollar ante los pedidos de intervención sobre el arbolado, tanto público como privado. Estos dos proyectos, no son ni más ni menos que obligaciones de la Intendencia, pero que no se cumplen. También estamos armando un proyecto para pedir que en la zona trabaje un guardaparque profesional. Alguien preparado para entender sobre la flora y la fauna del lugar, cómo preservarla y cómo atender los pedido de intervención. Para eso, estamos trabajando con gente de la Asociación Uruguaya de Guardaparques.

Es importante también el trabajo que hacemos en comunicación y educación. El tema está en la agenda mundial. Tenemos que ir entendiendo que hay otra forma de vida en convivencia armónica con el ambiente y que esta trae beneficios desde todo punto de vista. Desde un beneficio macro a todo el ecosistema, un beneficio a la salud de las personas que vivimos ahí e incluso desde un beneficio económico, ya que Santa Ana y El Ensueño viven exclusivamente del turismo y el turismo llega en gran parte, además de por la playa, por el bosque que tiene.

Seguimos reuniéndonos con autoridades, presentándoles proyectos con el espíritu de colaborar para que se puedan hacer cargo de la situación. Que esto deje de ser un problema entre “visiones diferentes de vecinos”, como lo quieren presentar. Esta es un área protegida que responde a una ley nacional y que lo que estamos pidiendo es que se cumpla la ley.

¿Cómo es la relación con los vecinos que hacen uso de los recursos naturales del bosque?

Además de con las otras asociaciones de vecinos, hemos hablado con los leñadores que también entienden la situación. Todo el mundo entiende la situación una vez que conoce y se habla. En este momento la IDC tiene la tala frenada y esto también representa un problema. Nosotros no queremos que los trabajadores y los recursos que genera el bosque se pierdan. Hay mucho trabajo para hacer, pero es necesario capacitar y poner en valor a los funcionarios y a los leñadores para que puedan desarrollar sin riesgos y correctamente su trabajo.

En general la relación con los vecinos se ha ido afianzando. Al principio se nos percibía como un grupo más radical, el de “los locos que amaban los árboles”, pero de a poco fuimos demostrando que teníamos profesionales de todas las áreas que apoyaban esta idea de un desarrollo sustentable, de un cuidado por la biodiversidad. Nosotros también entendemos que al vivir en un bosque hay momentos que hay que tocar parte del arbolado justamente para poder convivir, pero que eso debe ser planificado y hecho con cuidado. En concreto hoy en día sobre una población estable de la zona de alrededor de cuatrocientas a quinientas personas ya hay más de doscientas que colaboran y son parte de la Asociación, todo documentado con número de cédula y de padrón. Vamos creciendo continuamente. Hoy día es muy raro cruzarse con personas que no entiendan y se nieguen a cuidar el medio ambiente de que todos somos parte.

Publicada en el Diario El Eco de Colonia.

 


El análisis de riesgo del arbolado público es urgente

La propuesta que Amigos del Bosque presentó a la Intendencia y que espera por su aplicación, disminuirá los riesgos a los que se enfrenta la población durante las tormentas.

La foto que acompaña esta nota es elocuente. Un árbol de gran porte caído durante la tormenta. Como se puede observar se trata de un árbol enfermo, con la base del tronco podrida. Como éste, en Santa Ana y El Ensueño existen gran cantidad de árboles que deben ser removidos porque se encuentran en malas condiciones de salud y representan un riesgo para la población. A la vez, se continúan talando ejemplares sanos, que no representan ningún riesgo para la salud de las personas, y destruyendo el ecosistema.

Hace ya 6 meses que Amigos de Bosque, con el acompañamiento de la Comisión de Fomento de Santa Ana, le presentó la iniciativa de Análisis de Riesgo del arbolado público al Ing. Garat, Director de Higiene y Ambiente de la IDC. Se trata de una actividad que la Intendencia tiene la obligación de realizar: el chequeo de la salud del arbolado para brindar seguridad a la población que desarrolla su vida en convivencia con el mismo. Luego de una recepción positiva hasta el día de la fecha no hubo ninguna información oficial sobre avances en la concresión del mismo.

Amigos del Bosque continuará realizando las gestiones necesarias con el objetivo de lograr una convivencia armónica y segura con el bosque que habitamos.


Construyendo futuro

Construyendo futuro

Amigos del Bosque realizó una plantación de árboles nativos junto a los niños de la escuela pública de Santa Ana.

El martes 3 de setiembre amaneció fresco pero con un sol hermoso. Casi ideal para realizar actividad al aire libre y conocer un poco más sobre la importancia que tiene el que todos participemos en el cuidado del ambiente.

Mariana Costaguta, licenciada en Biología, junto a Mercedes Sorondo y Guillermo Clavell, en representación de la Asociación Civil Amigos del Bosque, se acercaron a la escuela 119 de Santa Ana para realizar una actividad con los niños de entre 3 y 8 años, que incluyó una charla de intercambio sobre cómo crecen los árboles y la importancia de cuidarlos para que se desarrollen adecuadamente.

Los niños, acompañados por sus maestras Jaqueline y Johana, mostraron gran alegría y entusiasmo participando de la actividad, disfrutando de la misma y compartiendo información sobre los ombúes que previamente habían trabajado con sus maestras. Posteriormente, entre todos, plantaron un ombú, un guayabo y un arazá rojo, que esperan cuidar y ver crecer.

Las autoridades de la escuela se mostraron interesadas en organizar nuevas actividades que contribuyan a sumar conocimiento y experiencias, que posibiliten una mejor comprensión del ecosistema que alberga la zona.


Seleccionados por el Fondo Región Colonia

“Aprendiendo a convivir con el bosque”, el proyecto de comunicación de Amigos del Bosque, presentado en los Fondos Concursables 2019, fue elegido para recibir apoyo económico para su realización.

Desde sus inicios en 2007, el eje principal de Fondo Región Colonia ha sido la promoción del desarrollo sustentable en el Departamento a través del financiamiento de micro-proyectos de desarrollo de organizaciones sociales locales.

El objetivo del proyecto presentado por la ACAB es facilitar el conocimiento, por parte de la población y los visitantes de Santa Ana y El Ensueño, de la legislación y los principios de conservación ambiental sobre los que esta se sustenta.

A partir del trabajo previo desarrollado se observó, con honda preocupación, el desconocimiento en la materia que tiene la población, como así también los funcionarios responsables de llevar adelante políticas y asegurar el cumplimiento de la ley.

El Departamento de Colonia cuenta con legislación suficiente para atender el cuidado del medio ambiente. Es un tema prioritario en las agendas de las principales comunidades en el mundo y nadie debería estar ajeno a su importancia.

Para preservar el bosque Amigos del Bosque cree necesario desarrollar un plan de acción que tenga por metodología principal la educación y concientización. Es imprescindible que quienes eligen habitar o visitar una zona de bosque comprendan lo importante que es el cuidado y la preservación del mismo. Estas acciones propiciarán un cambio cultural que con el tiempo modificará el estado de situación, a partir de la formación y capacitación de los ciudadanos.

Es necesario entender que podemos convivir y construir manteniendo la biodiversidad del lugar. Si se continúa talando y destruyendo el ecosistema, el bosque de Santa Ana y El Ensueño tiende a desaparecer.

Los beneficiarios directos de este cambio cultural que se propicia serán los vecinos de los balnearios y los cerca de 3000 visitantes anuales que recibe la zona desde otros lugares del Uruguay y desde el exterior del país.

También el cambio traerá beneficios para los emprendedores de actividades comerciales vinculadas a movimiento turístico de la zona, todo el universo de desarrollo económico que se mueve a partir del atractivo que genera disponer de una playa con bosque.

Pero lo más importante es lo que dejamos al porvenir, que las futuras generaciones puedan disfrutar del lugar entendiendo la necesidad de preservar su ecosistema para que la rueda virtuosa de la vida pueda continuar funcionando.


Unidos para recuperar el bosque

La Asociación Civil Amigos del Bosque organizó una compra colectiva de árboles nativos con la finalidad de replantar y recuperar ejemplares importantes para la diversidad del bosque que habitamos.

Recorriendo el bosque de Santa Ana y El Ensueño nos encontramos con muchísimos árboles nativos de porte chico y mediano, como Coronillas, Canelones, Molles, Butiá y Talas, entre otros. Lamentablemente muchos ejemplares han desaparecido por la tala indiscriminada, que en muchos casos se realiza bajo el nombre de “limpieza”.

Amigos del Bosque organizó la compra colectiva de 140 árboles nativos que plantarán los vecinos en un esfuerzo por colaborar con la preservación del bosque de la zona reforestando áreas dañadas.

Las especies más elegidas resultaron Arazá rojo y amarillo, Murta, Lapacho, Guayabo blanco y Chal chal, pero también se plantaron ejemplares de Pitanga, Arrayán, Guayabo colorado y del país, Guaviyú, Viraró, Tala, Palo Jabón, Timbó, Ñandubay, Palo amarillo y Tarumán. Los ejemplares fueron provistos por "La Siembra" que los ofreció a precios ajustados a la acción que se propuso y que donó ejemplares para ser plantados por los niños de la escuela que funciona en Santa Ana.

Nuestra flora nativa tiene gran importancia desde el punto de vista natural, cultural, estético y económico. Las especies nativas brindan biodiversidad y por lo tanto funcionalidad ecológica mediante la interacción con otros organismos vivos. También son importantes para la protección del suelo contra la erosión y en la prevención de inundaciones. Las especies nativas han sido seleccionadas naturalmente a lo largo del tiempo, por lo que generan sustentabilidad a los proyectos en los que se las usa. Si a nuestros espacios sumamos estas especies, estaremos creando corredores biológicos de flora y fauna.

El arbolado es imprescindible para el desarrollo de la vida de las personas. En la zona de Santa Ana y El Ensueño, como en muchas otras del país, está protegido por la ley y su tala o poda está prohibida sin permisos específicos de la Intendecia Departamental. Respetar y hacer respetar la ley es un compromiso y una obligación de todos los ciudadanos.


Reunión con el Intendente Moreira

El encuentro se realizó el martes 11 de junio y los miembros de la Asociación Civil presentaron su preocupación por la situación existente en el arbolado del Departamento y sus objetivos y propuestas de trabajo.

Amigos del Bosque continúa desarrollando vínculos con las autoridades responsables, en la búsqueda de encontrar un eco que colabore a detener el deterioro ambiental que está produciendo la tala indiscriminada en los Balnearios de Santa Ana y El Ensueño, como así también las malas prácticas sobre el arbolado del Departamento.

En esta ocasión, los recibió el Intendente Carlos Moreira en su despacho, quien escuchó las preocupaciones de los miembros de la Asociación Civil, fundamentalmente en cuanto al desconocimiento imperante sobre la legislación vigente en materia ambiental. Se expresó claramente que, si la ley no es comunicada y conocida por funcionarios y ciudadanos, es casi imposible su correcta aplicación.

También se comunicó la visión de que el problema es amplio, no focalizado, y que abarca a muchos eslabones de la administración pública. Se puso especial énfasis en la necesidad de generar un cambio cultural que permita entender el valor que el arbolado produce sobre la vida de las comunidades. El problema ambiental está en agenda prioritaria en todo el mundo. Esta es una gran oportunidad para que la Intendencia de Colonia se actualice en cuanto a sus protocolos de acción, se ajuste al cumplimiento de la normativa existente y se coloque a la vanguardia en materia ambiental. Los beneficios que esto traería se verían rápidamente no solo en la calidad de vida de los ciudadanos, sino también en el mayor desarrollo turístico del Departamento.

El Intendente escuchó atentamente, se comprometió a profundizar su estudio sobre el tema y a desarrollar, con su equipo de trabajo, nuevas instancias que superen el estado de situación actual.