¿Cómo evitar la contaminación lumínica?
Durante la noche es necesario iluminar algunos espacios públicos. Pero esta iluminación debe ser respetuosa y no incidir en la salud del ecosistema. Cuando más luz no es necesariamente mayor seguridad.
La necesidad de proteger y recuperar el ambiente natural nocturno es más urgente que nunca. La contaminación lumínica, definida como iluminación innecesaria o no deseada, afecta nuestra salud, el ambiente, la vida silvestre y nuestra habilidad de maravillarnos con una noche natural. Las investigaciones indican que la contaminación lumínica aumenta a una tasa promedio global de 2% al año y engloba diversos problemas asociados al mal uso de la luz artificial, muchas veces innecesaria, lo cual conlleva tanto derroches en el consumo energético como en el económico asociado.
La vida en la Tierra necesita el día y la noche.
Durante miles de millones de años, la vida ha evolucionado según el ritmo predecible de luz y oscuridad de la Tierra, controlado por la duración del día. De hecho, esto está codificado en el ADN de todas las plantas y los animales. Los humanos han interrumpido radicalmente este ciclo con la iluminación nocturna.
En el pasado, cuando el sol se ponía, los cuerpos celestes como la luna, las estrellas, los planetas y la Vía Láctea iluminaban el cielo. La vida aprendió a guiarse por el brillo de estos objetos. Para muchos animales, el cielo nocturno natural señala cuándo comer, dormir, cazar, migrar e incluso cuándo reproducirse.
Las luces artificiales alteran los ecosistemas del mundo
Los comportamientos que sustentan la vida de las plantas y los animales, como la reproducción, la alimentación, el sueño y la protección contra los depredadores, dependen del ciclo diario de luz y oscuridad de la Tierra. La evidencia científica sugiere que la luz artificial en la noche tiene efectos negativos y mortales en muchas especies, incluyendo anfibios, aves, mamíferos, invertebrados y plantas.
Las aves que migran o cazan de noche se guían por la luz de la luna y las estrellas. Las luces artificiales pueden desviarlas de su curso hacia los peligrosos paisajes nocturnos de las ciudades. Cada año, millones de aves mueren al chocar con torres y edificios innecesariamente iluminados.
Está comprobado también, que la sobre iluminación tiene efectos en la salud de las personas, derivado de la modificación de los biorritmos, puede producir fatiga, insomnio o ansiedad, dolores de cabeza entre otros y estrés ante la sobre-exposición de luz o el uso de un tipo de luz con respecto a otra.
“Cerca de las ciudades, los cielos nublados son ahora cientos, o incluso miles, de veces más brillantes que hace 200 años. Estamos comenzando a aprender el efecto drástico que esto tiene en la ecología nocturna.” Christopher Kyba, Científico de investigación de contaminación lumínica.
SEGURIDAD. Más brillante no significa más seguro
Aumentar la iluminación durante la noche no necesariamente mejora la seguridad. Esto puede parecer contradictorio, pero no hay evidencia científica de que tener más iluminación disminuya el crimen o aumente la seguridad.
Una iluminación mal diseñada genera una falsa sensación de seguridad.
Proteger a nuestras propiedades y a nosotros mismos a salvo del robo y vandalismo es una gran prioridad. Sin embargo, una illuminación exterior mal diseñada puede en realidad disminuir la seguridad, ya que las luces demasiado brillantes y mal dirigidas pueden esconder el peligro.
Iluminar sólo por iluminar no implica seguridad. Pueblos, ciudades y comercios a menudo instalan iluminación en parques, centros comerciales, estacionamientos y otros sitios públicos para mejorar la seguridad. Las luces dirigidas incorrectamente y mal apantalladas, en realidad pueden atraer criminales y permitirles ver lo que están haciendo. Una mala iluminación produce sombras profundas donde los criminales pueden esconderse.
El resplandor de una luz brillante sin apantallar en realidad reduce la seguridad. El resplandor crea sombras profundas, dificultando el poder ver. La luz intensa llega a los ojos, contrayendo tus pupilas. Esto disminuye la habilidad de los ojos para adaptarse a condiciones de poca iluminación.
Se pieden los matices. Todo es blanco o negro.
Las luces exteriores intensas no son tan seguras como aparentan.
Un estudio del Instituto Nacional de Justicia de EEUU concluyó: “Tenemos poca certeza de que una mejora en la iluminación previene el crimen. De hecho, una iluminación excesiva puede tener el efecto opuesto. Una verdadera seguridad depende del uso inteligente de la iluminación. La meta debe ser siempre la visibilidad. En lugar de usar más luces y más brillantes, necesitamos luces que dirijan la luz hacia donde es más útil. Es posible proteger el ambiente natural nocturno sin comprometer la seguridad. Las autoridades locales pueden reducir sin problemas el consumo de energía y de costos sin necesariamente impactar negativamente los accidentes de tránsito y el crimen.” Estudio de 2015 publicado en el Journal of Epidemiology and Community Health
Una iluminación efectiva que ayuda a la gente estar segura -no sólo sentirse segura- es una situación en que todos ganan. Se puede tener un ambiente seguro al mismo tiempo que preservar una noche al natural. No se trata de eliminar fuentes de alumbrado, sino de encontrar un equilibrio que respete nuestro medio ambiente.
Posibles soluciones de la contaminación lumínica
En realidad, las soluciones son bastante amplias y, hasta cierto punto, sencillas de llevar a cabo. Sin embargo, para ello hace falta voluntad por parte de las instituciones y concienciación social para que la ciudadanía sea consciente de este problema y de los importantes efectos que tiene tanto en la salud humana como en los diferentes ecosistemas a los que afecta.
- Iluminar solo lo imprescindible: Uno de los elementos más importantes a la hora de reducir la contaminación lumínica (especialmente en los núcleos urbanos) pasa por centrar los esfuerzos en iluminar exclusivamente para dar una referencia a las personas que circulan de noche. De esta forma, quedarían fuera de esta iluminación necesaria las iluminaciones ornamentales, iluminaciones de edificios vacíos, iluminación publicitaria, etc.
- Usar luces de baja intensidad y eficientes: Usar sólo luz en tonos cálidos o ámbar para minimizar afectaciones a la salud y al ecosistema. (Temperatura de color de 3000K o menor para reducir la luz azul/fría).
- Utilizar sensores de movimiento: Uno de los problemas que lleva a que la contaminación lumínica esté tan extendida es que, la mayoría de las luces funcionan de manera continuada independientemente de que estén alumbrando a alguien, lo que además conlleva un derroche energético completamente innecesario. Para solucionarlo, basta con instalar sensores de movimiento que se enciendan de forma acorde a las necesidades de cada situación o temporizadores que acoten el tiempo y la potencia en el uso de la luminarias.
- Direccionar adecuadamente los puntos de iluminación: Usar luminarias completamente apantalladas para que la luz vaya hacia abajo, no hacia arriba.
- Apagar las luces cuando no se usan. Parece algo muy sencillo y de sobra sabido por todos. Sin embargo, gracias al uso de bombillas LED (que reducen el consumo y el costo de la energía de forma considerable) mucha gente se ha acostumbrado a dejar las luces encendidas cuando no están alumbrando a nadie.
- Crear conciencia. Trabajar con los vecinos y el gobierno local sobre las consecuencias de la contaminación lumínica para asegurar de que la iluminación exterior no perjudique a la vida silvestre de la zona.
Fuentes:
International Dark-Sky Association
Universidad Nacional Autónoma de México